La conducta es la resultante de actos y comportamientos exteriores de las personas y por lo tanto resultan observables por otros. Independientemente de cual sea la conducta, es el reflejo del temperamento de cada individuo y como cualquier conducta se puede cambiar, incrementar, moderar o alterar, con los estímulos adecuados.
Cuando llevamos la conducta y los temperamentos a las empresa y grupos de trabajo, estos pueden afectar enormemente los resultados para bien o para mal. Es función del líder entender aquellas conductas y los temperamentos de las personas para entender como estructurar estímulos que persuadan de conductas negativas y mejoren las conductas positivas en beneficio del ambiente y los resultados.
Sin embargo, no todas las personas son motivadas o persuadidas por los mismos estímulos, Los estímulos requeridos para lograr cambios conscientes y permanentes en las personas se relacionan con el temperamento de cada individuo, sus propios anhelos, objetivos e intereses.
Hacer consientes a cada persona de cómo puede cambiar una conducta a través del entendimiento de su temperamento, puede resultar en cambios sostenidos y permanentes no solo en las personas sino en los equipos y organizaciones.
Mediante diagnósticos y talleres, Jennifer apoya a los ejecutivos, empleados y organizaciones a entender que los mueve, cuál es su tipo de temperamento y diseñar estrategias encaminadas a provocar este cambio sostenido que permita mejorar ambientes de trabajo, incrementar la productividad, mejorar el entendimiento y los resultados del proceso de ventas o bien crear equipos de trabajo de alto desempeño.
En cada intervención, Jennifer y su equipo crean un plan a la medida de la situación para llegar a objetivos planteados en términos de comportamiento humano dirigido a la mejora de resultados de la organización.